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Obra

La dama del armiño es un magnífico ejemplo de un retrato del Alto Renacimiento pintado en el estilo de claroscuro, una técnica que enfatiza las luces y sombras para crear profundidad visual. Está pintado al óleo y temple sobre una tabla de nogal y mide 54,8 cm × 40,3 cm.

El cuadro es uno de los cuatro retratos femeninos pintados por Leonardo, siendo los otros La Gioconda, el retrato de Ginevra de Benci y La Belle Ferronière.

Da Vinci recibió el encargo para pintar La dama del armiño de quien había sido su mecenas durante 10 años, Ludovico Sforza (1452 – 1508), duque de Milán (él también encargó el mural de La última cena). El sujeto del retrato es la amante de 16 años de Sforza, Cecilia Gallerani, quién hacia 1489, a los dieciséis años de edad, recala en la corte milanesa, conoce a Ludovico Sforza, veinte años mayor que ella, y se convierte en su amante. Cecilia dominaba el latín y el griego, tocaba instrumentos, participaba en tertulias eruditas y componía poemas. Los aduladores de la corte no tardaron en llamarla “donna docta” y equipararla a las mentes femeninas más agudas de la Antigüedad, desde Aspasia, política brillante y compañera de Pericles, hasta Asiotea, filósofa discípula de Platón.

La joven está representada de la cintura para arriba con un vestido azul y rojo adornado con mangas largas, un collar de cuentas negras y un peinado recogido. En sus brazos sostiene un armiño blanco, utilizado como símbolo con significados relacionados con el sujeto de su retrato y su mecenas. Por un lado, el armiño, con su pelaje blanco e invernal, se consideraba un símbolo de pureza, pero además, el armiño tiene un significado para el mecenas del retrato, Ludovico Sforza, que era llamado el “armiño blanco” por su afiliación a la Orden del Armiño. Así pues, al hacer que la retratada sostenga al animal, el cuadro confirma su relación romántica. También se especula que el armiño podría ser un juego de palabras con el apellido del personaje, Gallerani, que está relacionado con la palabra griega para armiño, galê (γαλῆ).

Tras la muerte del mecenas de Da Vinci, La dama del armiño pasó por muchas manos. Finalmente, en la década de 1880, el cuadro llegó a la casa de la familia Czartoryski en Cracovia, Polonia. Allí permaneció hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis lo robaron y lo enviaron al Museo Kaiser Friedrich de Berlín. Posteriormente, el retrato llegó al gobernador general de Polonia, Hans Frank. En 1946, la obra de arte fue recuperada de la casa de Frank en Bavaria por las tropas estadounidenses y devuelta al Museo Czartoryski de Cracovia, donde la familia lo exponía desde 1876. En diciembre de 2016 la obra es propiedad del gobierno polaco, tras su adquisición a los herederos de la familia Czartoryski.

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