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Obra

El pintor utilizó la figura de la paloma como elemento simbólico en varios de sus cuadros, lo mismo que las nubes que rellenan su silueta. La citada paloma (símbolo de la paz) es el elemento central de la obra y, por tanto, sobre el que el artista quiere llamar la atención.

Este cuadro surrealista fue pintado por Magritte durante la II Guerra Mundial. El 10 de mayo de 1940, Alemania invadió Bélgica y apenas 5 días después el pintor escapó a Francia, instalándose primero en París y luego en Carcassonne. Allí pintó el cuadro, si bien en agosto de aquel año regresó temporalmente a Bruselas, donde había quedado su mujer Georgette. La obra es fiel a su estilo surrealista y tiene una gran carga simbólica. Aparte de lograr captar la atención del espectador, esa vuelta o retorno refleja la peripecia vital del artista, con su vuelta a Carcassonne, tras el retorno a Bruselas antes apuntado. Son tiempos de guerra, difíciles para el artista, cuya pintura entra en esa época en una fase oscura. Este fue el primer cuadro de Magritte en el que combina el día (la luz, la esperanza) y la noche (la citada oscuridad). Indica también, a modo de curiosidad, que esta paloma de Magritte fue durante muchos años el símbolo de Sabena, la compañía belga de aviación. Tanto los pájaros como las nubes son los elementos que con mayor frecuencia utilizan las compañías aéreas como imagen corporativa.

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